El derecho a la ciudad consagrado en la Constitución parece ficción y hasta resulta un poco incomprensible. Pero todo toma sentido cuando las personas deciden vivirlo y convertirlo en realidad. Eso representa la lucha por el Hotel Quito, ciudadanos y ciudadanas conscientes de sus derechos, organizados y dispuestos a pasar de la resignación a la acción.
En un Estado Constitucional de Derechos y Justicia, como el Ecuador, los derechos deben funcionar como herramientas al servicio de las personas para limitar el poder. Suena idílico, pero un equipo de ciudadanos enfrentados a una de las más grandes empresas del mundo ha conseguido, gracias a una garantía jurisdiccional, frenar los planes inmobiliarios de los poderes económicos, nacionales y extranjeros.
El 06 de marzo del 2024, varios moradores de distintos barrios de la capital, a los que tuve el honor de acompañar, presentaron una petición de medidas cautelares constitucionales para impedir que la empresa China Road and Bridge Corporation (CRBC) construya torres gigantes de departamentos y comercios cuyo resultado sería amurallar el Hotel Quito, anulando por completo su valor patrimonial.
El 08 de marzo del 2024, uno de los recientemente inaugurados jueces para los delitos contra la corrupción y el crimen organizado decidió otorgar las medidas solicitadas. En una resolución perfectamente bien fundamentada con una redacción clara y coherente sustentada en Derecho y en evidencias documentales.
La justicia está protegiendo el valor patrimonial del Hotel Quito que va más allá de una simple edificación. Ese valor entendido y apreciado por la academia, por los colegios de profesionales, por la ciudadanía y por el propio Estado central. Ese mismo valor que es negado a pie juntillas por el Municipio de Quito. La pregunta que se hace la ciudadanía es ¿por qué? ¿por qué hacer oídos sordos a todos?
El valor del Hotel Quito es precisamente el lugar en el que fue edificado. Por eso, lo que el alcalde llama despectivamente parqueaderos está ahí para garantizar que no le arrebaten al Hotel su magia, el paisaje. Ese lugar perfecto que rinde honor a los Andes.
El romántico cuento de David contra Goliat es verdad y hoy lleva el rostro de hombres y mujeres que aman a Quito porque es suyo. El rostro de los que han vivido en la Floresta por más de 40 años, y de todos los demás barrios que desde Quitumbe hasta la Gonzáles Suárez respaldan la defensa de una ciudad pensada para todos y todas. De Rocío, de Andrés, de Juan, de todos esos nombres que figuran en un expediente constitucional que está haciendo historia y de todos los que no se ven pero que también forman esta legión de guerreros cívicos.
El caso del Hotel Quito abre un abanico de problemáticas que deben ser parte del debate público. Los moradores del Barrio La Floresta, ese icónico barrio de la capital que guarda tanta historia y tanta identidad, le están gritando a todos los habitantes de Quito que la ciudad es suya y no de unos cuantos grupos empresariales con intereses económicos. El Hotel Quito es una bandera de lucha, y nos presenta la oportunidad de pensar en la ciudad que queremos.
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