Una ciudad es una casa colectiva, el lugar de la niñez y la juventud, de la memoria y la historia, y por supuesto de un presente con una vida digna o al menos del esfuerzo por tenerla.
Debería entonces ser obvio que quienes han sido electos para velar por los intereses de la comunidad protejan este patrimonio cultural y natural. También debería ser obvio que si una empresa tiene sentido social y respeto por su comunidad, no atente contra lo que esta considera parte de su identidad.
Pero en Santo Domingo hay empecinamiento de algunas autoridades y empresarios en priorizar el lucro privado por sobre todo lo mencionado. En 2022 se autorizó el proyecto inmobiliario Holyland en el cerro Bombolí, lo cual contraria el carácter de parque ecológico y bosque primario de esta formación natural.
En el Bombolí se han talado ya 181 árboles, removido tierras, levantado capa vegetal y realizado excavaciones profundas. Ante la deforestación creciente y el ruido de la maquinaria, los osos perezosos, aves, patos salvajes y otras especies se han visto desplazados del icónico cerro. Adicionalmente, con esta actividad se generan riesgos de deslaves para quienes ya habitan en el área.
Los habitantes de Santo Domingo se han organizado y movilizado para defender su amado cerro. La especulación inmobiliaria con ojos solo para las utilidades es ciega frente a las fibras sensibles de la identidad, la memoria y la valoración de la naturaleza.
En efecto, el Bombolí es el reencuentro de la ciudad con la naturaleza; es su memoria a todo pulmón. La Constitución protege los derechos de la naturaleza en todo el territorio nacional, y la jurisprudencia constitucional determina que estos derechos pueden especificarse para ecosistemas y especies concretas.
Por esta razón ha surgido la iniciativa de defender en y con el Bombolí los derechos de la naturaleza. Al igual que sucede con los ríos Monjas y Machángara, en Quito, se trata de una confluencia vital entre el derecho a la ciudad y los derechos de la naturaleza. Una evidencia viva y contundente de la complementariedad posible y deseable entre derechos de la naturaleza y derechos humanos.
Alrededor del mundo se hacen esfuerzos por enverdecer las ciudades bajo la conciencia de los estragos del calentamiento global, y de la alienación que sufrimos los seres humanos al desconocernos como parte de la naturaleza. De allí que esta lucha de organizaciones, gremios y vecinos de Santo Domingo no es un esfuerzo solitario.
A lo largo de todo el Ecuador e incluso en otras latitudes, esta noble lucha tendrá eco como un ejemplo de defensa de los derechos de la naturaleza y de la ciudad; defensa de la identidad y la memoria que alberga el Bombolí, el corazón verde de Santo Domingo.
Agustín Grijalva
Exjuez de la Corte Constitucional
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